Paradójicamente, soy de los que piensan que el futuro de la investigación privada pasa por “lo analógico”.
Cualquier dispositivo ayuda al detective: videocámaras, micro-cámaras, GPS, internet y si hace falta… hasta drones (tema interesante y que espero tocar en otro post). Los análisis de ADN son fabulosos para ciertos casos. Sin embargo, esa tecnología no es exclusiva del investigador privado.
No es la primera vez que alguien viene al despacho diciendo que ha activado el GPS de su pareja y quiere saber qué hace en un lugar en concreto.
Y he aquí el quid de la cuestión. A pesar del acceso general a la tecnología (y de la protección de datos, también general), el ciudadano se encuentra con un obstáculo insalvable: La realidad. Si bien es muy fácil mirar en una pantallita, salir a la calle y realizar una investigación de campo requiere de toda la práctica del mundo (y bastante ingenio).
Por regla general, el detective cuenta con la protección del anonimato (el informado desconoce tanto su existencia como su apariencia) y toda vigilancia o seguimiento, por sencillo que parezca, conlleva una enorme complicación. Los semáforos son muy inoportunos y las rotondas tienen lo suyo. Algunos conductores tienen alma de vengadores justicieros de la DGT y sin embargo, los controladores de la zona azul se pueden convertir en tus mejores amigos (veces contadas). Además, hay gente que sencillamente… desvanece.
Este mes pasado tuvimos una investigación en Barcelona, en el gótico. En una de esas calles adoquinadas y torcidas que te hace pensar en el lugar donde mataron a los padres de Batman. Se tenía que controlar las entradas y salidas de una persona de su domicilio. Como no podía ser de otra forma, era imposible aparcar y los primeros días acababa rendido de estar de pie bajo la solana, esquivando las miradas de los comerciantes del lugar. De repente se me ocurrió una idea revolucionaria: Necesitaba un asiento.
Tardé poco en llegar a la conclusión que lo que mejor que me iba para ese momento sería un bastón-asiento. Me sonaba que existían, pero no estaba muy seguro. Después de una obstinada búsqueda en internet, encontré el modelo que más me gustó (http://www.lindenleisure.com/supaseat-range.html) y lo compré. Cuando lo tuve, he de reconocer que las vigilancias se me hicieron bastante menos pesadas e incluso utilicé el bastón para simular una cojera en una entrevista con cámara oculta.
Es cierto que la tecnología ayuda al detective privado. Pero más cierto es que, lo que hace un detective (y lo distingue de cualquier otro) es su actuación a pie de calle. Es cierto que internet y las redes sociales son muy útiles. Pero al final, lo que importa es si tienes una fotografía de una persona entrando en un portal.
Habrá un momento en que los drones puedan hacer una vigilancia o un seguimiento. Hasta entonces… si ves a alguien sentado sobre un bastón… quizás seamos nosotros :)