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El detective empresario

Las últimas semanas hemos recibido en el despacho un creciente número de curriculums de detectives privados recién diplomados.

Por obvios motivos de demanda y volumen de negocio, nuestras necesidades de personal están cubiertas tanto en nuestro servicio de investigación privada como para la búsqueda de herederos.

Podría aconsejar a los nuevos compañeros que no parasen de formarse en estudios criminológicos pero con las limitadas competencias que tienen los detectives en España, la mayoría de oferta formativa actual sirve tanto como un doctorado de Derecho Constitucional a un abogado especialista en divorcios.

Por supuesto, todas las aptitudes que acumule un detective privado suman: Si son grandes conductores, si hablan idiomas, si son expertos alpinistas, si saben leer un balance de cuentas o si conocen el mundo de los casinos.

Sin embargo hay una serie de cualidades que en la agencia valoramos de sobremanera.

La primera es el ingenio. No existe ninguna otra profesión en que el ingenio sea tan importante. Adaptar las herramientas de las que dispones para conseguir información, dar respuestas rápidas, cambiar planes en cuestión de minutos, buscar recursos para ocultarte…

Los clientes vendrán al despacho explicando una situación. Situación, por otra parte, muy meditada por él y por su círculo más íntimo. Y buscan en el detective la respuesta a sus problemas. ¡Reacciona! ¡Que vives de tu ingenio!

Recuerdo un caso en el que debíamos descubrir (y captar en imágenes) quien era la persona que recogía la correspondencia de un buzón de un edificio (que podríamos definir como) poco menos que hermético. Solo os contaré que resolvimos el caso con dos lotes de navidad y unos códigos QR gigantes.

Pero ingenio sin ímpetu solo son castillos en el aire… La segunda cualidad que valoramos del detective privado es la osadía. En muchas ocasiones, en una investigación debes apretar las mandíbulas y hacer cosas que no harías en tu vida normal. Cierto profesor utilizaba la metáfora del “semáforo no vinculante”. Por supuesto que ni el profesor, ni nosotros, ni ningún detective en España se ha saltado jamás un semáforo (···) pero la cuestión es que nuestro oficio es un oficio en el que se trabaja sin red.

Por ejemplo… una esposa que quiere saber que hace su marido, un viernes por la noche, cuando sale con los amigos. ¿Será posible retomar la investigación el sábado por la mañana si se le ha perdido el rastro la noche anterior? Obviamente no.

Deberás entrar en edificios desconocidos y subir por las escaleras corriendo (para poder pillar al investigado en la planta en la que baje y si tienes suerte, observar el piso en que entra) sin saber si el investigado te ha detectado previamente. O arriesgar tu anonimato para confirmar si se encuentra en un lugar o no. O incluso hacerle entrega en mano de una carta o un paquete… Es muy aconsejable ser metódico y racional, pero recuerda que en algún momento, la investigación requerirá cierto carácter indómito.

El tercer carácter que debería trabajar el detective son sus dotes interpretativas. Es decir, que sea actor (no un listillo). Mi peluquero siempre me habla de un familiar que es detective en Barcelona y viste con una americana reversible por si necesita un cambio de vestuario urgente. Nosotros no llegamos a tanto pero reconozco que tengo cierto fondo de armario en la furgoneta de vigilancia.

Como detective te enfrentas a la oposición de facilitarte cualquier información. Vamos, que si te identificas, ni vecinos, ni conserjes, ni el camarero del bar de la esquina te darán ni los buenos días (por regla general). Pero un repartidor perdido o el último auxiliar administrativo de una empresa que llama para solucionar lo que le ha pedido su jefe… es muy posible que hasta el propio investigado te facilite los datos que estás buscando.

No olvides que la gente no es tonta (presunción propia de cierta gente de capital). La condescendencia suscita sospechas y ninguna simpatía. Recuerda que eres tú el que estás pidiendo colaboración de un desconocido. Ir de humilde y un poco pardillo siempre ayuda.

El subterfugio es el manto con el que nos ocultamos a plena luz, cara a cara con el investigado. A veces el investigado te caerá bien pero no deberás dejar caer jamás ese manto protector. Y nunca, nunca, nunca os hagáis pasar por funcionarios públicos, ni mintáis a la policía. En serio, nunca. Mi experiencia personal es que cuando la policía ha pedido que me identifique, se han comportado de manera encantadora. Ellos han disfrutado tanto de la experiencia como yo del buen trato.

¿Nuestro consejo para los nuevos detectives? Resistid y buscad nuevos mercados (por ejemplo, nuestro propio servicio de auditorías para empresas). Olvidaos de tecnologías que estarán obsoletas en tres años, de contraseñas de correos electrónicos, aplicaciones piratas para el móvil y demás tonterías que solo os servirá para infringir la ley de forma chapucera. No sois piratas. Sois detectives.

Aunque no está de más, no os obsesionéis con estudios criminológicos. Lo que verdaderamente os servirá será vuestra experiencia vital, cuanta calle hayáis pisado y cuantas manos hayáis estrechado. Y si realmente os queréis seguir formando, os recomendaría apuntarse a un grupo de teatro amateur. Os ayudará a la hora de desarrollar el ingenio, la osadía y vuestras dotes interpretativas. Y además es gratis.

Suerte.

 

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